Canadá, México, China, Europa, Estados Unidos. Las cuentas de resultados de empresas y sectores completos que operan en cada uno de esos entornos pueden verse alteradas positiva o negativamente como consecuencias de cambios en la política comercial y arancelaria de Estados Unidos, derivados de la llegada a la Presidencia de Donald Trump. ¿Qué enseñanza deja para empresas y organizaciones lo que se ha bautizado como crisis arancelaria? Esencialmente una: proteger y promover los intereses empresariales implica trabajar con mapas de stakeholders que trasciendan el entorno local y nacional de las compañías.
El contexto está poniendo de relieve la importancia de que empresas, sectores y países defiendan sus intereses ante quienes tienen capacidad real de defenderlos a nivel comercial y regulatorio en un escenario global, no sólo local. De ahí la importancia de los asuntos públicos, las relaciones institucionales o el lobby transnacionales.
En este punto, cabe resaltar la importancia de la Unión Europea y de las instituciones comunitarias. Bruselas es, junto a Washington, la capital mundial del lobby, y su actividad no sólo está delimitada, sino que es parte esencial del engranaje comunitario en la medida en que es ahí donde se fijan estándares para el resto del mundo, incluyendo el universo norteamericano.
Con todo, surge una pregunta que interpela a empresas y organizaciones de forma directa: ¿por qué unas y otras deben hacer lobby en ese ámbito y mantener una relación fluida con las instituciones comunitarias? Porque lo necesitan.
Lo necesitan para proteger sus intereses en un contexto interconectado en el que la influencia normativa de la Unión Europea (UE) es global y traspasa todo tipo de fronteras. Hasta el punto de poder impactar, de forma positiva o negativa, en la cuenta de resultados de compañías de todo tipo.
La importancia de la UE en términos de regulación y defensa de sectores y compañías es muy relevante. Y más allá de señalar que gran parte de la legislación que aplican los países europeos procede de Bruselas, basta citar el anuncio de “herramientas de defensa comercial” que la UE ha hecho público ante eventuales aranceles de Estados Unidos.
El lobby, como disciplina, fundamenta su actividad en la defensa y la contextualización de los intereses de compañías de todo tipo, también en el contexto europeo. Y es relevante, en primer lugar, por el modo en que están configuradas las instituciones comunitarias.
La Comisión ayuda a dar forma a la estrategia general de la UE, propone nuevas leyes y políticas, supervisa su aplicación y gestiona el presupuesto comunitario. En el Parlamento se elaboran propuestas legislativas e informes de propia iniciativa, se redactan enmiendas y se aprueban. También se examinan las propuestas de Comisión y del Consejo, que se dedica a cuestiones complejas o sensibles que no pueden resolverse en instancias inferiores de la cooperación intergubernamental. Y en este ecosistema, las aportaciones de los Departamentos de Asuntos Públicos, Relaciones Institucionales y hasta de Comunicación de empresas y entidades son capitales para contextualizar realidades complejas, algo determinante a la hora de promover nueva legislación.
¿Qué pueden hacer compañías y organizaciones? Destacamos a continuación una serie de labores que forman parte del habitual funcionamiento del ejercicio del lobby:
—Diseño de mapa de actores estratégicos en virtud de su capacidad de influencia sobre los intereses directos e indirectos de la compañía.
—Elaboración de materiales específicos de contexto dirigidos a quienes deben legislar en torno a cuestiones que formen parte de ese mismo contexto. En este punto, los informes de posición advierten de la postura de un determinado sector, apoyada por argumentos de peso justificados con realidades objetivas y cuantificables.
—Ideación de informes de inteligencia competitiva que detecten amenazas potenciales que puedan afectar a la compañía de forma directa o indirecta, de modo que sea posible ejecutar estrategias de contención o de prevención.
—Impulso de la relación bidireccional y fluida entre actores con capacidad de influir de forma directa o indirecta en los intereses de la compañía.
—Impulso de la relación de la compañía con medios de comunicación que trascienden barreras territoriales nacionales e influyen a nivel europeo y global.